sábado, 10 de octubre de 2015

Redes de indignación y esperanza: Los movimientos sociales en la era de internet. Capítulo: Cambiar el mundo en la sociedad red. De Manuel Castell.


El autor se refiere a los movimientos sociales como palancas del cambio social; éstos surgen como resultado de las inconformidades de las personas sobre las condiciones de la vida diaria, cuando ni las instituciones, ni los gobiernos responden a las necesidades de la sociedad civil, por lo que deciden tomar los asuntos con sus propias manos, prescindiendo de la institucionalidad al defender sus reivindicaciones. Esos cambios sociales llevan a acciones colectivas e individuales que son causadas por emociones, lo que genera una tensión entre el miedo como represor y la ira como emoción desencadenante, en donde la superación de ese miedo lleva a la ira frente a un hecho de injusticia. En ese sentido, las personas al vencer el temor, desafiando al poder y al orden institucional establecido, corren riesgos cuando el poder ejerce el uso de la fuerza para el mantenimiento de su orden.

En el texto se plantea que la acción comunicativa dada en estos movimientos lleva a la acción colectiva, lo que genera una emoción positiva y un entusiasmo que impulsa la conexión de los individuos, transformándolos en un actor colectivo consciente. Así, los avances tecnológicos han generado cambios en las redes de comunicación horizontales de masas desde Internet y desde redes inalámbricas, pues los cúmulos comunicacionales en donde se gestaban las redes generadoras de iniciativas para el cambio social, hoy se han desplazado al ciberespacio, en donde las interconexiones se establecen multidireccionalmente.

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Una de las causas de esos movimientos sociales que estudia el autor, fue la crisis financiera del 2008 que puso en entre dicho la prosperidad de occidente y la reducción del llamado “estado de bienestar”. Sin embargo, no sólo es la pobreza o las dificultades lo que logra una movilización, debe existir un sentimiento para provocar una acción, y debe haber esperanza en que con las acciones se logrará un cambio. De ahí que las luchas y las movilizaciones anteriores sean referentes para avivar la esperanza; esas comunicaciones de referentes hoy en día se dan desde Internet, y aunque sean en contextos diferentes, siempre hacen eco en los imaginarios colectivos.

En ese sentido, estos movimientos generalmente se forman por una chispa de indignación; en este caso Youtube ha sido una de las principales herramientas de movilización, ya que a través de imágenes se muestran los acontecimientos que se repudian. De ese modo, los movimientos pueden ser virales y contagiar a otros lugares de las iniciativas emprendidas, dando lugar a lo que el autor llama el espacio de la autonomía. Este espacio de autonomía es el momento en donde se da el paso de la indignación a la esperanza de estos colectivos, mientras se mantiene un rechazo hacia los representantes, pues se dan reuniones que involucran a la colectividad sin permitir que alguien tome decisiones por su cuenta. De igual modo, se practica una democracia real desde el mismo movimiento con la creación de redes horizontales multimodales, que dan paso a la unidad como fuente de empoderamiento e inicio para alcanzar una comunidad en donde se supera el miedo y se descubre la esperanza.

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Los movimientos sociales en la actualidad poseen una característica en común, están conectados en red de forma multimodal, no solo por Internet sino por telefonía móvil u offline. Así, aunque estén arraigados en lo urbano en donde se expresan las manifestaciones, la conexión continua ocurre en Internet. En esa medida, al ser red de redes, estas estructuras organizativas no poseen centros desde donde se expresa la información, es un grupo de nodos sin jerarquías verticales, ya que se construyen horizontales y descentralizados, reconfigurándose a medida que se transforma el movimiento, esto evita la ubicación de objetivos de represión. De esa manera, las redes también evitan la burocratización del mismo movimiento y a pesar de estar gestadas en la red, se emplazan siempre al espacio urbano, por lo que es un fenómeno más bien híbrido, que va y viene del ciberespacio al espacio urbano, lo que constituye el ya mencionado “espacio de la autonomía”, caracterizado por la libertad para organizarse continuamente en la red y su capacidad de transformación en la toma del espacio urbano y el desafío a lo institucional.

Por otra parte, estos movimientos sociales son locales y globales a la vez, se crean en un contexto específico mientras que se conectan con redes a través de internet, se debaten con otras colectividades además de inspirarse por otras luchas, al tiempo en que se programan movilizaciones internacionales que se dan en cada uno de los contextos locales simultáneamente; además, viven en una realidad atemporal, rechazando el tiempo sumiso e impuesto, relacionándose en dos momentos, uno ubicado en las experiencias y otro en las expectativas. Así, este tipo de movimientos son altamente reflexivos y no violentos, se cuestionan constantemente sobre sus razones de ser y estar, sus objetivos e identidad a través de foros en internet. Asimismo, acuden a la desobediencia civil pacífica, ya que usan como estrategia de legitimidad exponer en contraste la violencia del sistema frente a su carácter pacífico.

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Ahora bien, el tema de la violencia es analizado en torno a lo contradictorio que resultan las imágenes del abuso policial frente a lo pacífico del movimiento, lo que a su vez genera una tensión con el instinto de auto defensa. Son esas imágenes de violencia las que pueden ser usadas para deslegitimar a cada uno de los bandos; en esa medida, los medios masivos pueden usar las imágenes selectivas para hacerles el juego a los políticos y líderes de opinión, ya que la manera en cómo se maneje la escenificación de esa violencia, puede determinar inclusive la vida o muerte de un movimiento.

Sin embargo, aunque estos movimientos pueden ser considerados políticos en sentido fundamental, su multiplicidad y numerosas reunificaciones, no les permite formalizar ninguna organización o liderazgo, ya que cada propuesta o unión es para cada caso, por lo que su fortaleza y a la vez debilidad, radica en no cumplir ningún programa elaborado a partir de demandas concretas, pues no tienden a ser programáticos, impidiendo de esa manera que se puedan canalizar en una acción política. Esto se explica con el hecho de que aunque pretenden cambiar al Estado, no buscan apoderarse de éste. No obstante, aunque no sean captados por los partidos políticos por su falta de apoyo a fragmentos y gobiernos, sí suelen convertirse en objetivo del marketing político.

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De esta manera, aunque Internet no crea los movimientos sociales, sí es decisivo en el proceso de comunicación para el establecimiento de las redes que hacen posible la unión y la organización de dichos movimientos, protegiéndolos inclusive de las amenazas del poder al que se enfrentan. No obstante, el uso de la Internet va más allá de un uso instrumental, pues permite la supervivencia a las amenazas y represiones de los espacios físicos, en donde se manifiesta y además se comparte la cultura de la autonomía. En esa medida, Castell hace referencia a la manera cómo se creó la Internet y sus características de libertad, mencionando los códigos abiertos en relación a las proyecciones de los movimientos sociales que buscan libertad, por eso considera a Internet como la plataforma cultural por excelencia en estos contextos. Sin embargo, queda claro que no se trata de un mundo virtual, es más bien una realidad híbrida, en donde se busca alcanzar la utopía de una autonomía y una democracia directa en red y a través de la red del sujeto frente a las instituciones de la sociedad, por lo que Internet juega un papel fundamental como escenario para alcanzar dicha autonomía.

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Por último, analiza la influencia que los movimientos sociales pueden tener de la esperanza a la práctica, lo que recae en gran medida en la influencia que estos movimientos tengan en los programas políticos, que puedan llegar a ser influyentes facilitando u obstaculizando los objetivos de las agendas programáticas de la política, ya que no rechazan la democracia representativa, más sí su forma de práctica, que según estos movimientos resulta ilegitima. Sin embargo, la influencia de estos movimientos se dejaría sentir en cuanto algunos líderes o partidos políticos asuman algunos de sus temas y reivindicaciones. Así, estos movimientos dice el autor, son diferentes a los movimientos de protestas, pues éstos son movimientos culturales que buscan una autonomía frente a las instituciones de la sociedad buscando un nuevo contrato social, transformando los imaginarios colectivos y a través de la red transformar las mentalidades, lo que se considera como la batalla más importante.

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Referencias.

Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era de internet. Alianza editorial.

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