jueves, 20 de agosto de 2015

Reseña sobre "Innovación en la Educación Superior. Hacia las sociedades del conocimiento." Capítulo dos: La innovación para el bienestar común. De Rosaura Ruíz, Rina Martínez y Liliana Valladares.

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En el texto se muestra a la incertidumbre como un elemento presente en toda sociedad del conocimiento en relación al rumbo de la humanidad. De ahí, se percibe a la información como útil para responder con anticipación a cualquier eventualidad que pueda afectar a la sociedad humana. Sin embargo, aunque la información se conciba como un instrumento del conocimiento, no es en sí misma conocimiento. Así, otro de los componentes que sobresale como herramienta para hallar soluciones concretas es la innovación, entendida como un elemento de creatividad sobre la base de la información y el conocimiento, en función de responder a los problemas y necesidades de cada colectividad en particular, pues la innovación resulta ser la base de toda sociedad del conocimiento.

Ruiz, R., Martínez, R., & Valladares, L. (2010).

Ahora bien, dicha innovación tiene su nicho generalmente en las instituciones de educación superior, ya que es en estos lugares donde se debe potenciar la innovación a través de microsistemas de innovación, configurados por 4 premisas fundamentales e interdependientes:

1. La información entendida como el insumo básico de producción de nuevo conocimiento.

2. La sistematización del capital intelectual y de las competencias de las personas altamente capacitadas en la generación de nuevos saberes.

3. Las innovaciones educativas, científicas, humanísticas y tecnológicas al servicio de la sociedad.

4. La eficiencia y eficaz capacidad de respuesta del país.

En esa medida, las autoras muestran cómo la constante retroalimentación entre innovación información y conocimiento resulta clave, aunque no suficiente para que las sociedades puedan anticiparse y solucionar sus necesidades y problemáticas sociales. Establecen entonces la diferencia entre información y conocimiento, pues aunque compartan similitudes, el conocimiento se construye con base en la información pero con la diferencia en que éste se edifica a partir de un proceso de selección, análisis, síntesis, integración y crítica.

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Así, es clara la diferencia que existe entre una sociedad de la información y una del conocimiento, ya que la primera centra su atención en el perfeccionamiento tecnológico, mientras que la segunda posee mayor conciencia referente a lo social, ético y político. Esto es así pues la información por sí sola no es más que una cantidad de datos organizados pero inertes hasta que alguien con la capacidad de interpretarlos los usa, mientras que el conocimiento es la capacidad cognoscitiva para realizar actividades académicas o manuales. Por tanto en una sociedad del conocimiento, todos los desarrollos que se den de ese conocimiento van en dirección a satisfacer necesidades propias de esa sociedad; además, gracias a la trasferencia tecnológica, los beneficios de las innovaciones desarrolladas pueden traspasar inclusive las fronteras de los estados-nación.

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Ahora bien, el conocimiento puede distinguirse en tácito y explícito y entre conocimiento científico y tradicional. El conocimiento tácito a su vez está compuesto por una dimensión técnica (saber llevar a cabo una tarea o trabajo) y una dimensión cognoscitiva (modelos mentales, creencia y percepciones). En las sociedades del conocimiento se busca la codificación de los conocimientos tácitos, ya que ofrecen mayor posibilidades de utilización, pues entre más logre sistematizar sus fuentes de conocimiento, una sociedad puede fortalecer sus potencialidades competitivas.

 Ruiz, R., Martínez, R., & Valladares, L. (2010).

En el texto se hace un paralelo entre el conocimiento tradicional y el conocimiento científico, ya que a pesar de siempre mostrarse como opuestos, estas dos formas de conocimiento poseen muchas más cosas en común de lo que generalmente se cree; ambos son maneras de organizar y clasificar el mundo, en donde se comparten algunas características en la forma cómo se generan y cómo responden a las necesidades de sus contextos, además de siempre llevar integrada la manifestación de la capacidad creativa e innovadora de los seres humanos. De esa manera, se expone la articulación de los saberes tradicionales también como elementos importantes a tener en cuenta para la consolidación de una sociedad del conocimiento, ya que no solo con el conocimiento científico es suficiente. Así, se habla de un dialogo de saberes que potencializaría las capacidades de la sociedad para responder a sus necesidades.
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Por otra parte, las autoras enfatizan un poco más en la categoría de innovación, definiéndola en este punto como la creación de un proceso o un producto, o el mejoramiento significativo de un proceso o producto existente. Es aquí donde el manual de Oslo, como una guía para la colecta e interpretación de datos sobre innovación entra a jugar un papel importante, ya que a pesar de estar destinado al sector empresarial, constituye una base importante para comprender las complejidades en los procesos de innovación. En el manual de Oslo se exponen 4 tipos de innovaciones:

1. La innovación de un producto.

2. La innovación de un proceso.

3. La innovación de mercadotecnia.

4. La innovación de organización.

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No obstante, para la consolidación de una real sociedad del conocimiento, se necesitan por lo menos tres tipos claves de innovación:

A. Innovación científica y tecnológica.

B. Innovación social.

C. Innovación educativa.

A.) En la innovación científica y tecnológica se resalta la aparición de la tecnociencia. Esta tecnociencia es posible cuando ciencia y tecnología se conjugan junto a la combinación de sectores diversos: La ciencia, la ingeniería, la política, lo empresarial y hasta lo militar. Sin embargo, cuando no se encuentra tan vinculada la ciencia y la tecnología toma el nombre de innovación tecnológica. Asimismo, las autoras aclaran que el solo hecho de que ocurra una innovación científica o tecnológica no significa que siempre sea benéfica para la sociedad, pues no tienen lugar sin la ubicación en el contexto de las necesidades de la sociedad donde se gesta.  

B.) La innovación social por su parte también es una pieza clave para los índices globales de innovación, en este sentido ésta alienta a la generación de beneficios sociales y al mejoramiento de la calidad de vida de una comunidad concreta. Este tipo de innovaciones está caracterizada por contar con 5 características básicas:

1. El elemento humano.

2. La colectividad.

3. La difusión.

4. La democratización.

5. El impacto social.

C.) Con relación a la innovación educativas, ésta debe ir más allá que la introducción de las TIC al proceso educativo, se trata de repensar la educación como espacio dinámico para fomentar y gestar una cultura de la innovación.

Ruiz, R., Martínez, R., & Valladares, L. (2010).

De ese modo, en el contexto educativo el desarrollo de las capacidades de innovación requiere la necesidad de que los estudiantes desarrollen la habilidad de transformar la información en conocimiento. Así, en este ámbito, el conocimiento tácito se muestra como algo de mayor importancia, ya que es muchas veces el que da origen a la innovación. En ese sentido basándose en Nonaka y Takeuchi, el autor propone 3 elementos claves para estimular las capacidades de la innovación, teniendo en cuenta el pensamiento tácito:

1. La metáfora y la analogía.

2. El paso del conocimiento personal al conocimiento grupal.

3. La ambigüedad y la redundancia.

Todo esto implica necesariamente el establecimiento de políticas institucionales que puedan ser armónicas con este tipo de propuestas para el propicio de la innovación.

Otro punto neurálgico es la trasferencia tecnológica, entendida ésta como el establecimiento y uso de redes interactivas y multidireccionales entre las universidades y otros sectores sociales. Las autoras enfatizan en la generación de parques científicos en todas sus diversas concepciones o manifestaciones, ya que son vistos como posibles catalizadores del desarrollo regional, reforzando los vínculos de las universidades con otros sectores de la sociedad, apoyando de esa manera la distribución social del conocimiento.

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Por último, enfatizan en el desarrollo de microsistemas de innovación como las unidades básicas que configuran un sistema nacional y orgánico de innovación, pues lo importante es que dicha innovación se genere de las dinámicas locales en vez desde perspectivas externas ajenas a las realidades inmediatas. Existen así 4 puntos que los microsistemas de innovación pueden generar en las universidades:

1. La pluralidad.

2. El compromiso social.

3. La movilidad del saber.

4. El papel de las humanidades y las ciencias sociales. 

Así, las autoras plantean que las interacciones que se den en la dinámica de los microsistemas de innovación, deben estar ceñidos a 5 principios:

1. Equidad.

2. Flexibilidad.

3. Cooperación participativa.

4. Solidaridad.

5. Compromiso social.

Estos microsistemas de innovación son uno de los elementos más importantes en el proceso de impulsar la innovación. Esto necesariamente debe estar articulado a políticas institucionales que respondan a estas nuevas demandas, bajo unos modelos que superen los esquemas verticales jerárquicos, con el propósito de pasar a dinámicas simétricas y horizontales de construcción de conocimiento que sean más inclusivas y plurales.

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Referencias.

Ruiz, R., Martínez, R., & Valladares, L. (2010). Innovación en la Educación Superior. Hacia las sociedades del conocimiento. México: FCE. 

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